¿Cómo sacar a las mujeres del silencio y la sombra, a los
que su estatuto las relegó tanto tiempo, para poder escribir su historia? ¿Qué
influencia ejerce este reciente objeto de estudio en las ciencias humanas?
¿Cuál ha sido el papel del feminismo en la evolución de la relación entre los
sexos?... Michelle Perrot, profesora honorífica de historia contemporánea,
especialista de la historia de las mujeres, ha contestado a todas estas
preguntas para Label France.
P-Label France: ¿Que les diría a quienes se indignan de que se
dedique a las mujeres un dossier de una revista, un libro o un ámbito de
investigación, y se sorprenden de que no se haga lo mismo con los hombres?
R-Michelle Perrot: Los hombres están ahí. La historia de los
hombres está ahí, omnipresente. Ocupa todo el espacio y desde hace mucho.
Siempre se ha concebido, representado a las mujeres como una parte del todo, y
casi siempre como seres particulares y renegados. Se puede hablar de silencio
de la Historia sobre las mujeres. No es sorprendente que la reflexión histórica
se interese por este descubrimiento de las mujeres sobre y por ellas mismas, un
aspecto de su afirmación en el espacio público. Realizar este dossier está
plenamente justificado porque la emancipación de las mujeres, que atañe a las
relaciones entre los sexos, es uno de los hechos capitales del siglo. Y los que
se sorprenden seguramente no están al corriente del desarrollo considerable de
esta reflexión en el mundo occidental desde hace veinticinco años.
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"Mi historia de las mujeres" Escrito por Michelle Perrot. |
P-¿Cuándo se produjo la emergencia de la historia de las
mujeres en Francia?
R-A grandes rasgos, a principios de los años 70, siguiendo el movimiento de liberación de las mujeres, que desempeñó a ciencia cierta un papel incitativo. Sobre todo en torno a las universidades, allí donde había una demanda estudiantil y docentes capaces de asumirla y desarrollar investigaciones.
A título de ejemplo, en el que interfieren la Universidad
Paris VII-Jussieu y la Escuela de Estudios Superiores, he aquí tres fechas
significativas de mi propio recorrido: 1973, primera clase: "¿Tienen
historia las mujeres?", cuyo título interrogativo traduce nuestra
perplejidad; 1983, congreso en Saint-Maximin, "¿Es posible realizar una
historia de las mujeres?"; 1991-92: publicación de Historia de las mujeres
en Occidente. Hemos pasado de la pregunta a la afirmación sintetizada de un
ámbito.
P-¿Cómo nació ese proyecto?
R-Codirigí esa obra colectiva con Georges Duby, que
desgraciadamente falleció hace dos años. La iniciativa fue de una editorial
familiar italiana, Laterza, que había traducido con gran éxito la Historia de
la vida privada, dirigida por Philippe Ariès y Georges Duby y en la que yo
había dirigido un volumen. Aquella obra colectiva reunió a setenta y dos
colaboradores, alrededor de un núcleo francés sin el cual no habría podido
realizarse (el 60% de los autores), pero abierto a historiadores e
historiadoras de todo el mundo.
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"Historia de las mujeres", obra colectiva dirigida en conjunto con George Duby |
P-¿Cuáles han sido las repercusiones de este nuevo campo sobre
las demás disciplinas, ha potenciado nuevos métodos o temas de investigación?
R-A principios de los 70, la mayoría de las investigadoras, mujeres o feministas, eran muy ambiciosas y hablaban de ruptura epistemológica. En realidad, la historia de las mujeres no ha provocado una verdadera revolución. Primero utilizamos los métodos e instrumentos de la historia clásica. Simplemente, a causa de la especificidad de objeto "mujer", tuvimos que desarrollar ciertas prácticas en el campo de las fuentes. Recurrimos más a los archivos privados, los diarios íntimos, las autobiografías, ya que durante mucho tiempo, no se tenía en cuenta a las mujeres en el ámbito público. También apelamos a la "historia oral" para conocer la vida de mujeres "corrientes" que no dejaron mucho rastro.
Para acabar con este silencio y hacer aparecer lo que está escondido, hay que interesarse por algo que no sea el universo político, en el que las mujeres han estado mucho tiempo ausentes. Se insiste por lo tanto en la vida privada, lo cotidiano, el cuerpo, la medicina... Hacemos un poco la infrahistoria de nuestras sociedades, que constituye una tendencia de la nueva historia, reforzada por la historia de las mujeres.
También insistimos en el estudio de las imágenes y
representaciones ya que ante todo son los hombres quienes ven, describen y
representan a las mujeres. Luego hay que imaginarlas a través de estos
testimonios. Esto implica todo un trabajo de análisis crítico y de
reconstrución del lenguaje, de las imágenes, que forma parte de los métodos
actuales de descodificación de los discursos, determinante para la historia de
las mujeres. Ésta utiliza los materiales e instrumentos más contemporáneos para
responder a sus propias necesidades. Por el contrario, la cuestión que plantea
es radicalmente nueva.
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Madame Vigée-Lebrun y su hija de Elisabeth Vigée-Lebrun (1755-1842), una de las pocas pintoras que pasó a la posteridad. |
P-¿Es una característica de la historia de las mujeres el
estar abierta a las demás disciplinas: antropología, sociología, literatura,
psicología... ?
R-La mujer como objeto es plural y pluridisciplinar. Por ello
hay que recurrir a todo tipo de planteamiento, de la antropología al
psicoanálisis, de la historia de las ciencias a la de las artes. En los años
70, cuando se hablaba mucho de pluridisciplinaridad, de acabar con los
compartimentos estancos, este planteamiento nos pareció evidente. Es uno de los
principales beneficios de este campo de estudios. No se puede investigar,
escribir, hablar sobre las mujeres limitándose a una sola disciplina. La
cuestión de relación entre los sexos es totalmente transversal.
P-En su opinión, ¿qué campos merecerían investigaciones más
urgentes?
R-La historia de las mujeres empezó por la de sus papeles tradicionales, su cuerpo, la maternidad. Después, nos interesamos por la educación, el trabajo femenino, bajo todas las formas, desde el doméstico al remunerado. Por último, se llegó a la política y la esfera pública, y a todas las formas de poder.
Entre los campos de vanguardia figura el de las relaciones entre las mujeres y la creación, ya sea la pintura, la música o incluso las ciencias que resisten, sobre todo las ciencias duras, a la entrada de las mujeres y tienden a reconstituirse como eminencias de la maestría, el poder y el ejercicio masculino.
Otro campo poco explorado es el de las violencias ejercidas
contra las mujeres -la violación, agresión, servidumbre, explotación del
cuerpo-, amparado por el pudor tradicional y por lo tanto por el rechazo a
hablar de ello por parte de las mujeres que se sienten culpables. Este tipo de
silencio sigue ejerciéndose aún hoy en día sobre la palabra de las mujeres.
Actualmente se están desarrollando investigaciones para intentar comprender,
por ejemplo, el silencio de las mujeres frente a las agresiones de las que son
víctimas y la reacción de la justicia frente a las que efectúan una denuncia.
P-¿Piensa usted que si la historia de las mujeres desarrollara
estos temas, tendría consecuencias sobre la forma en que viven las mujeres la
violencia hoy en día?
R-Sí. Es útil tomar conciencia de que lo que a una le pasa no
es único, en la medida en que también existe una dimensión compartida,
colectiva, escondida. Las mujeres necesitan inscribirse en el tiempo, en el
largo plazo, pensar que tienen una historia, para lo bueno y lo malo. ¿Cómo
vivían mi madre, mi abuela, qué me han transmitido, qué soportaron pero también
realizaron? ¿Cómo vivían las mujeres de otros lugares?
P-¿Cómo explica usted que el feminismo tenga tan mala fama en
Francia, incluso entre las mujeres? ¿Está acaso relacionado con la ignorancia
de las mujeres sobre su propia historia y el papel del feminismo en la
conquista de la igualdad de derechos?
R-El feminismo tiene mala fama en todas partes porque va contra el orden establecido, tan marcadamente patriarcal. Pero es cierto que en Francia está especialmente denigrado o, aún peor, se niega su propia existencia, como algo incompatible con el "temperamento" de las mujeres francesas. Y es que el modelo nacional de relaciones entre los sexos está basado en la idea de "dulzura de vivir", hecha de cortesía, galantería, incluso de viril socarronería hacia unas mujeres "amables", agradables y complacientes. Los "grandes hombres" del Panteón contrastan con las "pequeñas mujeres" de París: el modelo de pareja ideal. En Francia, no hay guerra de sexos. Toda puesta en tela de juicio de esta regla del juego cultural se vive como una agresión, un golpe bajo de un feminismo venido de fuera, americano sobre todo, y carticaturizado.
Por otra parte, la imagen de la pareja feliz y complementaria, la idea de la seducción está tan arraigada en Francia que muchas mujeres no tienen ganas de oponerse a ella, de ser tachadas de "feministas", es decir, reivindicativas, poco femeninas precisamente. Muchas jóvenes, olvidando las luchas del pasado, dicen de buena gana "no soy feminista, pero... ". Ello significa que quieren desmarcarse de un feminismo a ultranza, aunque reconocen que algo le deben en el fondo.
Este complejo feminista (o antifeminista) conlleva el olvido
del feminismo. La mejora de la "condición" de las mujeres, el
progreso hacia una mayor igualdad serían así tan sólo el fruto de la
modernización científica (la píldora, por ejemplo) y política (gracias a la
democracia), olvidando por completo que fueron necesarias muchas luchas para
acabar con los obstáculos. A las mujeres les cuesta mucho constituir su
memoria, operar una transmisión. El papel de una historia de las mujeres,
además de su exigencia de verdad, es también luchar contra la marea del
silencio, que siempre vuelve.
P-¿Qué piensa usted de la época actual en Francia y en el
mundo?
R- Ha habido progresos decisivos: trabajo, libertades privadas, igualdad de formación y acceso a las profesiones, comienzo de la paridad en la política, aparición de nuevos campos, desde la creación al deporte de alto nivel, etc. Pero cuando se mira de cerca, se constatan resistencias, desigualdades flagrantes (paro, trabajo a tiempo parcial, familias monoparentales en realidad femininas y pauperizadas, etc.) y sectores elitistas que resisten a las mujeres. Sobre todo a nivel mundial, existen regresiones nacionalistas, brotes de integrismo religioso, de los que las mujeres son siempre víctimas.
Es cierto que existen brechas en todas partes. Incluso las propias africanas están luchando contra la excisión, tanto en Francia (ha habido un juicio recientemente) como en África. En India, cada vez hay más mujeres luchando contra las discriminaciones de las que son víctimas. Y lo mismo ocurre en Japón, en América Latina. Los modelos de feminidad moderna y democrática se extienden por todo el mundo.
Las resistencias están a la altura de este movimiento porque
la emancipación de las mujeres asusta a los hombres, que se aferran a sus
poderes, personales en la familia, o políticos en la esfera pública. Toda
vuelta al orden pasa primero por imponer silencio a las mujeres. De ahí la
fuerza simbólica de las mujeres veladas.
P-Para usted, la indiferenciación sexual de los hombres es la
causa de la violencia o represión ejercida sobre las mujeres y su emancipación.
¿Por qué?
R-En el fondo, para los hombres, el Otro es la mujer. Sin ella, ¿que serían la virilidad y la dominación? Tanto en la vida práctica como en la vida simbólica o el poder. Puede decirse que el poder masculino no existe sino gracias a aquéllos a los que domina, es decir, una mayoría de mujeres. En la familia también. A los hombres les da mucho miedo ver a mujeres que han dejado de serlo en el sentido tradicional.
Esto asusta menos a las mujeres, ¿por qué? Porque tienen menos problemas con su feminidad, la viven, se sienten mujeres y quieren seguir siéndolo a condición de ser iguales. La igualdad en la diferencia tal vez sea la gran reivindicación actual.
Por otra parte, también hay que observar que cada vez más
hombres están cansados del modelo viril. Existen hombres "dulces" que
se distancian de la sobrevirilización de la competición, del dopping, del éxito
a cualquier precio. ¿Acaso no existen otras formas de afirmación de sí mismo,
de relación con los demás, de ciudadanía cotidiana? Resulta sin duda más fácil
en los sectores relativamente acomodados y sobre todo cultos. Es más difícil en
los sectores desfavorecidos en los que, para afirmarse, hay que dominar a los
allegados, vecinos o parientes; y ante todo a las mujeres, que pueden ser objeto
de violencia cotidiana.
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La danse à la ville (1883) de Auguste Renoir. A través de la historia de las mujeres, también se escribe la del hombre y la relación entre los sexos. |
P-¿Es una aportación del feminismo el que los hombres puedan
liberarse del modelo viril?
R-Sería una consecuencia totalmente positiva del feminismo. En
el campo de las ciencias humanas, las investigaciones sobre la virilidad
análogas a los "gender studies" americanos, se están desarrollando en
sociología y sobre todo en historia. Hay historiadores que trabajan sobre los
hombres violentos, la violación, la historia del servicio militar, los ritos de
la masculinidad, etc. Es un campo nuevo que indica una reflexión nueva.
P-¿El que las mujeres se conviertan en sujetos hace que los
hombres se replanteen su identidad?
R-Sí, porque ello supone que las identidades sexuales no son naturales e inalterables, sino moldeadas por la cultura y la historia. Hay una historicidad de la relación entre los sexos qui puede ser liberadora para cada cual, hombre o mujer, libre de construir su identidad en la que el sexo, después de todo, tan sólo es un elemento.
Podríamos dar la vuelta a la fórmula de Simone de Beauvoir
("Una no nace mujer, se convierte en ello"). Se nace hombre o mujer.
El cuerpo entra inmediatamente en una red de significados de los que hay que
desembarazarse para no quedarse atrapado. Tal vez desconozcamos nuestro cuerpo
y debamos descubrirlo e inventarlo de nuevo como si fuera el primer día de la
creación. Y la persona está más allá del cuerpo.
Declaraciones recogidas por Anne Rapin
*Entrevista publicada en la página de la Universidad Nacional de Salta (Argentina).
Fuente: http://www.unsa.edu.ar/histocat/entrevistaperrot.htm
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