Martha Shelley, veterana de la oleada de protestas en el bar
Stonewall hace medio siglo, es la ideóloga de la primera manifestación del
orgullo gay.
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Martha Shelley en 2019. |
Por Antonia Laborde, Nueva York, 26 de Junio de 2019.
Era una idea demente.
De las que nacen producto de la embriaguez y se desvanecen con la resaca. Pero
estaban borrachos de rabia, así que no había antídoto. Era 1969 y los gais
arrastraban el seudónimo twilight (crepusculares) porque solo salían de noche. Practicar
un acto afectivo con alguien del mismo sexo era ilegal en Estados Unidos, así
como los bares de ambiente, que solo operaban controlados por la mafia. Cuando
la policía los detenía, se arriesgaban a años de cárcel, ser despedidos de sus
trabajos o, en el caso de las mujeres, a perder la custodia de sus hijos. La
prensa hacía de paparazzi para conseguir un rostro descubierto en el soterrado
escenario nocturno. Pero ahí estaba Martha Shelley, la única lesbiana en una
sala con 400 hombres homosexuales, proponiendo su idea: “Hagamos una marcha a
plena luz del día, una marcha del orgullo”, dijo, antes de pedir que levantaran
la mano quienes estuvieran de acuerdo. Los brazos se extendieron hacia lo alto.
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Primera marcha del orgullo. Nueva York 1970. |
La enajenación de los reunidos se debía a un episodio vivido
una semana atrás, en la madrugada del 28 de junio. El bar Stonewall Inn,
ubicado en el barrio neoyorquino de Greenwich Village, era la meca de los gais.
Quienes acudían en esos años lo describen como una ratonera insalubre, pero era
uno de los pocos sitios donde podían bailar con personas del mismo sexo,
bebiendo cerveza aguada a precios escandalosos. Shelley, criada en una familia
judía ortodoxa, tenía entonces 26 años. Deambulaba fuera del club nocturno
cuando se percató de los disturbios. A pesar de que eran comunes las redadas
policiales y los registros porque el bar carecía de licencia para vender
licores, esa ocasión no fue como las demás. Cuando la policía entró en el local
para desalojarlo, los clientes no bajaron la cabeza, ni salieron corriendo.
Alzaron la voz y las botellas dando pie a una revuelta que duró tres días y
tres noches. Esa histórica madrugada celebra este viernes su 50 aniversario en
el bar declarado monumento nacional y convertido en el símbolo de la lucha por
los derechos de la comunidad LGTBI.
Shelley, medio siglo después, recuerda en el Stonewall Inn
cómo le ardía la sangre esas noches de abuso y humillación. El bar es un
hervidero de gente a las 15.00 de un lunes, así que la entrevista transcurre,
por decisión suya, en los escalones de la entrada de un edificio en un
callejón. El carácter resolutivo de su juventud prevalece. A sus 75 años, su
rostro parece el de una abuela, pero su cuerpo atlético, de poco más de metro y
medio, aparenta estar casi cómodo en los peldaños.
“Los disturbios de
Stonewall no fueron los primeros. Ya habíamos visto otros en San Francisco y
Los Ángeles, pero no había pasado nada después porque nadie se organizó”,
explica. “El día de la manifestación,
antes de llegar al punto de encuentro, estaba muy nerviosa. Pensaba que me iban
a disparar. Solo sabía que mucha gente odiaba a los gais”, recuerda en el
corazón del barrio gay de Nueva York, que para estas fechas está vestido de
pies a cabeza con la bandera de la comunidad LGTBI. Sin embargo, la convicción
de que era lo correcto la movilizó a ella y a otros centenares de personas. “No era que nos aplaudieran, pero entre
quienes participamos surgió una sensación de alivio y libertad que nos afectó
para siempre”, recuerda. “Cuando se
acabó la marcha me metí en una fuente y me encaramé en una escultura. Dije a
los asistentes: ‘Vayan en paz. No hagamos disturbios. El recorrido ha
finalizado, pero esta lucha acaba de comenzar”. Razón tenía. Al año siguiente
no fueron cientos, sino miles los que participaron de la Marcha del Orgullo.
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El Stonewall en los años 60. |
A los 20 años, Shelley le dijo a su padre —un estadounidense
hijo de rusos— que era lesbiana. Este no se sorprendió, pero le advirtió de que
no se lo dijera a su madre, judía ortodoxa. Cuando el activismo de la graduada
en Ciencias Sociales y Literatura cobró más fuerza y se convirtió en la
portavoz de Daughters of Bilitis, la
primera organización de defensa de los derechos de las lesbianas, la
entrevistaron para un programa de televisión junto a dos psicólogos que
defendían la terapia de conversión. Antes de que se emitiera el episodio,
Shelley llamó a su madre para contarle su verdad. Ella se negó a aceptarla y le
ofreció pagarle una cirugía de nariz para que fuera “más bonita” y “le gustara
a los chicos”. “Lo último que me dijo
antes de morir fue ‘cásate”, narra con dolor. Aunque sí se casó. De hecho,
ha contraído cuatro veces matrimonio con la misma mujer.
Hace 22 años fue una ceremonia judía. En 2004 volvieron a
dar el sí cuando San Francisco aprobó el matrimonio homosexual, pero después la
Corte Suprema estatal los anuló. En 2012 California legalizó la unión entre
parejas del mismo sexo y ahí estuvieron las dos. Finalmente, cuando se aprobó
nacionalmente en 2015 viajaron a Nueva York para casarse por cuarta vez. “Lo haremos las veces que sea necesario”,
apunta. “La libertad no es algo por lo
que peleas, ganas y se acaba. Es algo que cada generación debe luchar para
mantener”.
Shelley tiene claro el discurso que dará en el Desfile
Mundial del Orgullo este fin de semana. Los cimientos están en el Frente de
Liberación Gay, que formó junto a otras tres personas tras los disturbios de
Stonewall. Esa organización proderechos civiles pretendía ir un paso más allá. “En esa época los grupos de la comunidad
LGTBI querían que la sociedad los aceptara, pero nosotros queríamos cambiar la
sociedad”. Tenían una agenda antirracista, proderechos reproductivos,
antidiscriminación, y una larga lista de reclamos. “Ahora, con Trump, esas conquistas se han visto amenazadas y estamos
retrocediendo. Le diré a los jóvenes que salgan a la calle a pelear por todas
ellas y por el planeta, que si desaparece, no habrá derecho que valga”.
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Martha Shelley. |
“LAS MARCHAS PARECEN DESFILES DE PUBLICIDAD”
Dentro del ajustado calendario de actividades que tiene
agendado Martha Shelley en su visita a Nueva York por el 50 aniversario de
Stonewall —hace más de tres décadas que se fue de su ciudad natal— figura un
encuentro con los activistas de 1969. “Es
de las cosas que voy a vivir esta semana que más ilusión me hace”.
Hace unos años que ya no participa de las marchas y está
centrada en su escritura. “Las empresas
se han apoderado de las marchas LGTBI y parecen desfiles de publicidad. No
quiero participar de eso”, reclama. Por eso tiene curiosidad sobre cómo
resultará la contramanifestación planeada para este domingo, en el que no se
aceptaron donaciones de empresas, y por ende, no habrá logos en los carros ni
Hace unos años que ya no participa de las marchas y está centrada en su
escritura. “Las empresas se han apoderado
de las marchas LGTBI y parecen desfiles de publicidad. No quiero participar de
eso”, reclama. Por eso tiene curiosidad sobre cómo resultará la
contramanifestación planeada para este domingo, en el que no se aceptaron
donaciones de empresas, y por ende, no habrá logos en los carros ni
merchandising de regalo en las calles.
*Fuente: “El País” de Madrid.
https://elpais.com/sociedad/2019/06/25/actualidad/1561490258_069495.html
Compartimos la nota original. Que fue publicada en 2019 con motivo de los 50 años de las revueltas de Stonewall y le agregamos algunas fotos históricas.
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