lunes, 31 de mayo de 2021

Homofobia: introducción-Byrne Fone(*)

 

Introducción



 

El último prejuicio aceptable

A lo largo del tiempo la gente ha encontrado causa suficiente para desconfiar, despreciar, atacar y a veces matar a sus vecinos a causa de diferencias en religión, nacionalidad y color. A decir verdad, pocos grupos sociales han estado libres de los efectos del prejuicio, pero la mayoría de las facciones en guerra (hombres y mujeres, judíos, musulmanes y cristianos, negros y blancos) han estado unidos en un único y eterno odio: el detestar a un grupo particular cuya presencia es universal. Los preceptos religiosos condenan a este grupo; las leyes de la mayoría de las naciones occidentales los han castigado. Pocas son las personas a las que les interesa admitir la presencia de esta gente entre ellos.

Este grupo es, por supuesto, el de los que llamamos homosexuales. La antipatía hacia ellos (y la condena, el sentir asco, miedo y la prohibición de la conducta homosexual) es lo que llamamos homofobia. La homofobia a veces parece ser especialmente virulenta en la cultura occidental, y quizás incluso sea singular y propia de esta cultura. Los estudios de la conducta sexual en otras culturas, pasadas y presentes, rara vez han descubierto la desaprobación social, legal, moral o religiosa de la conducta homosexual que es común a tantas eras de la historia occidental. En verdad, en la sociedad occidental moderna, donde el racismo es desaprobado, el antisemitismo es condenado y la misoginia ha perdido su legitimidad, la homofobia sigue siendo, quizás, el último prejuicio aceptable.

 

 

1. Homosexualidad

Homosexualidad” describe el deseo sexual o las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Homosexuales” son los individuos que se involucran en la homosexualidad o experimentan deseo homosexual. Hoy en día, muchos considerar que ambos términos implican una “orientación sexual”, una organización sicosexual no cambiable que puede ser congènita y heredada, en lugar de una “preferencia sexual”, expresión que sugiere que la conducta homosexual puede ser tema de elección. Los homosexuales se dividen por el sexo y la terminología en “hombres gays” y “lesbianas”, y se distinguen de las personas “bisexuales”, “transgéneros” y “transexuales”.

La palabra “homosexualidad” fue acuñada en 1868 por el periodista germanohúngaro Kart Maria Kertbeny en una carta dirigida al sexólogo Kart Heinrich Ulrichs. La usó nuevamente en 1968, en un panfleto anónimo que se oponía a la ley antisodomítica prusiana. Kertbeny argumentaba que el estado no tenía derecho a penalizar o incluso a controlar la conducta homosexual consensual privada, y que los “homosexuales” no deberían ser objeto de escarnio y estigma. La terminología de Kertbeny hacía contrastar Homosexualität con lo que llamó Normalsexualität. Por sexualidad “normal” entendía la práctica sexual de la mayoría de la gente. El término postulaba categorías de sexualidad que diferían (en verdad se oponían), pero infortunadamente reforzó una tendencia siquiátrica creciente a definir la homosexualidad como anormal. “Homosexualidad recibió la sanción médica, también en 1869, en un artículo del doctor Kart Westphals, teórico sexual alemán, en el que definió el deseo homosexual como “sentimiento sexual contrario”. (Esto fue traducido al inglés como “sentimiento sexual invertido”, implicando que la homosexualidad era una reversión o lo opuesto de lo que eventualmente se denominaría “heterosexualidad”).

El término “homosexual” puede haber sido usado por primera vez en inglés en 1883, en “Un problema de la Ética Griega”, ensayo escrito por el crítico y apologista homosexual inglés John Addington Symonds, en el que argumentaba que los griegos no solamente toleraban “las pasiones homosexuales” sino que las consideraban de valor espiritual. El uso más temprano conocido de “homosexual” en un texto norteamericano está en la edición de mayor de 1892 del Chicago Medical Recorder, en un artículo titulado “Responsabilidad en la Perversión Sexual”, del siquiatra legista doctor James Ciernan. Kiernan definía como “homosexual puro”a un individuo cuyo “estado mental general es el del sexo opuesto”. En estudios médicos posteriores, “homosexualidad” terminó por significar, de modo más amplio, deseo del mismo sexo, y “homosexual” fue usado para designar al individuo. “Homosexualidad” pasó al uso popular en la decada de 1920; “heterosexualidad” la siguió en la década de 1930. Desde entonces, “homosexual” y “heterosexual” han quedado fijados en la terminología médica y la opinión pública como palabras que identifican dos clases de sexualidad separadas y definitivamente diferentes, y dos clases de actor sexual diferentes y separadas.

Aunque el término es de invención relativamente reciente, la conducta que describe siempre ha sido parte de la actividad sexual humana. Que los seres humanos han deseado y amado y mantenido relaciones sexuales con miembros de su propio sexo a lo largo de los tiempos está abundamente demostrado en las artes visuales y en los textos médicos, filosóficos y literarios de todos los períodos históricos.

 

 

2. Homofobia

 

El término “homofobia ahora se interpreta popularmente con el significado de miedo y disgusto por la homosexualidad y por los que la practican. La palabra, que puede haber sido acuñada en la década de 1960, fue usada por K.T. Smith en 1971 en un artículo titulado “Homofobia: Un Perfil de Personalidad Tentativo”. En 1972, el libro de George Weinberg “Sociedad y el Homosexual Saludable” la definió como “el temor de estar en estrecha cercanía con homosexuales”. Mark Freedman agregó a esa definición una descripción de la homofobia como “reacción extrema de rabia y miedo ante los homosexuales”.

Una base para este miedo, argumentan muchos, es la percepción de que la homosexualidad y los homosexuales son una disrupción del orden  sexual y genérico que supuestamente está establecido por lo que a menudo se llama ley natural. Las reacciones adversas ante los homosexuales y la homosexualidad, por lo tanto, se fundan sobre el miedo y el disgusto de la diferencia sexual que los individuos homosexuales presuntamente corporizan: estereotípicamente, el afeminamiento en los hombres homosexuales, el ser machona [mannishnesh] en las mujeres homosexuales. Otra fuente de homofobia es el miedo de que la conducta social de los homosexuales (y no solamente la conducta homosexual) sea disruptora del orden social, legal, político, ético y moral de la sociedad, afirmación supuestamente basada en la historia y sostenida por la doctrina religiosa.

La homofobia tiene vínculos con el sexismo así como con el antisemitismo y con el prejuicio contra la gente de color. Como el sexismo (la denigración de las mujeres por parte de los varones) la homofobia emplea estereotipos. Si los hombres se muestran despreciativos de las mujeres porque aceptan ideas estereotípicas sobre la supuesta debilidad, irracionalidad, sexualidad o inferioridad de las mujeres, también sienten desprecio por los homosexuales porque creen que los hombres gays actúan “como” mujeres. El color de piel, la raza  y la religión crean antagonismos que se ven especialmente exacerbados cuando la persona o grupo estigmatizado son también gays o lesbianas. “Faggot” y “dyke” rivalizan con “cunt”, “spic”, “nigger” y “kike” en capacidad ofensiva [N. del T.: Aunque la axiología de ambos idiomas es muy disímil, compárense mutatis mutandis, “puto”, “torta”, “concha”, “grone”. De otras no hay traducción], pero en una sociedad donde la homofobia no está universalmente desaprobada sigue siendo aceptable emitir esos epítetos incluso cuando los otros son considerados inaceptables. En verdad, “faggot” y “dyke” se vuelven términos que unen prejuicios diferentes en combinaciones familiares como “jew faggot”, “fat dyke” y “nigger faggot”. [N. del T.: compárese con “judío puto” o “negro puto”]

La homofobia no está limitada a los heterosexuales, por supuesto. También puede ser encontrada entre los homosexuales; en verdad, desde hace largo tiempo ha sido un lugar común de la sabiduría popular gay que los homófonos más rabiosos a menudo son homosexuales reprimidos. Así como la homofobia existe entre personas homosexuales y no homosexuales, también puede existir entre hombres gays y lesbianas, tanto como sexismo como en calidad de incomprensión o disgusto por otro tipo de sexualidad. Como otros prejuicios, la homofobia entre los homosexuales puede ser resultado de la internalización de las lecciones de una sociedad homofóbica.

La homofobia puede representar prejuicios múltiples, y por lo tanto un término más apropiado sería “homofobias”. En “La Anatomía del Prejuicio”, Elizabeth Young-Bruehl nombra como los prejuicios primordiales al sexismo, el racismo, el antisemitismo y la homofobia. Arguye que se ubican en una u otra combinación de categorías: obsesivos, histéricos o narcisistas.

El prejuicio obsesivo, de acuerdo con su definición, ve a sus objetos como conspiradores omnipresentes, o como enemigos dedicados a la destrucción de uno, los que por lo tanto deben ser eliminados. El prejuicio histérico (que en opinión de Young-Bruehl tiene un fuerte componente de represión sexual) interpreta a los individuos odiados como “otros”, seres inferiores, o seres sexualmente amenazantes. El racismo es el mejor ejemplo de prejuicio histérico. Los que sufren de prejuicio narcisista “no pueden tolerar la idea de que existan personas que no son como ellos”.

La autora arguye que la homofobia, única entre todos los prejuicios, encaja en la totalidad de estas categorías. Los homosexuales, advierte young-Bruehl, son “víctimas multipropósito”: forman clanes y son peligrosos “como” los judíos; son obsesivos sexuales y son predatorios, “como” la gente de color. Son “como” mujeres y por lo tanto no se parecen a hombres verdaderos, o son mujeres que “hacen lo que hacen los hombres: compiten por mujeres”.

Este libro demostrará que la homofobia ha tomado diversas formas y ha surgido de muchas fuentes. Inventada, promovida y sostenida a lo largo del tiempo por diferentes agencias de la sociedad (la religión, el gobierno, el derecho y la ciencia) tienen a estallar con especial virulencia cuando la gente imagina que es una amenaza contra la seguridad de los roles de género, de la doctrina religiosa o del estado y la sociedad, o a la seguridad y salud sexuales del individuo.

 

 

3 Historia

 

La historia de la homosexualidad ha sido objeto de muchas crónicas de parte de devotos trabajadores del campo de los estudios lésbicos y gays, pero la historia de la homofobia ha recibido una atención mucho menos abarcadora. Pasaré revista a las dimensiones sociales y religiosas, legales y políticas y morales y filosóficas a lo largo del tiempo. Examinaré los juicios que se emitieron sobre quienes se involucran en la práctica sexual con el mismo sexo, y consideraré las consecuencias que esos juicios han tenido para aquellos que fueron juzgados. Las escenas de esta exploración serán eventos históricos y textos literarios, religiosos, filosóficos y científicos. Mi presunción es que incluso si la homofobia es imaginada por la mayoría de los homófonos como un nombre intelectualizado para una antipatía innata hacia los homosexuales, sin embargo representa un producto de la cultura y la socialización.

Una reseña histórica de la homofobia necesariamente será primordialmente una historia del prejuicio contra la homosexualidad del varón. El aborrecimiento y la persecución de la práctica sexual con el mismo sexo, y su documentación, han sido tradicionalmente el dominio del privilegio viril; de igual modo, la homosexualidad del varón ha sido el blanco primordial de la homofobia. En verdad, hasta tiempos recientes, las lesbianas eran casi invisibles en la historia. Cuando encuentro prejuicio histórico contra las lesbianas, lo examino. Pero así como el sexismo dirigido a los varones es diferente del sexismo dirigido a las mujeres, así el prejuicio contra las lesbianas es un tema muy diferente del prejuicio dirigido contra los homosexuales varones, y se manifiesta de modos diferentes. Como esto es así, la historia mayor de la homofobia contra las lesbianas requiere un libro propio.

 

*Fuente: Fone B. “Fuente: Fone B. “Homofobia:una historia”, editorial Océano, año 2000. Páginas  3 a7 .

Tomado de:  http://insucap.sigla.org.ar/2009/12/21/fone-byrne-2000-homofobia-introduccion-fragmento-de-libro/

 

 


* Byrne Fone es académico e investigador. Imparte la cátedra de inglés en la City University of New York, institución de la cual es profesor emérito. Se le considera un pionero en el terreno de los estudios sobre homosexualidad y hoy en día es una autoridad en el tema. Ha publicado numerosos artículos alrededor del asunto en revistas especializadas. Es autor, entre otros libros, de: Hidden Heritage: History and the Gay Imagination, Walt Whitman and the Homoerotic Text y A Road to Stonewall: Male Homosexuality and Homophobia in English and American Literature, 1750-1969. Asimismo, fue coordinador de la obra colectiva The Columbia Anthology of Gay Literature, la cual obtuvo en 1998 el Lambda Award.

domingo, 30 de mayo de 2021

Lecturas: "Homofobia: una historia" Byrne Fone.

 

"Homofobia: una historia" escrito por el catedrático estadounidense Byrne Fone, es una obra ineludible para comprender la historia de los prejuicios homofóbicos en el Occidente. El libro trata, desde una visión muy erudita e informada, la historia del prejuicio homofóbico en la sociedad, sus razones, y las causas de su permanencia.

Portada de la edición en español.


El autor busca probar que este prejuicio ha sido construido, fomentado y apoyado a lo largo de los siglos por diferentes instancias de la sociedad (la religión, el gobierno, las leyes, la ciencia, etcétera). También demuestra que uno de los fundamentos de este temor se relaciona con la creencia de que los homosexuales perturban el orden social, legal, político, y moral, y que por esta razón deben ser perseguidos, reprimidos o "reformados".

Frase destacada:

”Mi suposición es que cuando la mayoría de los homófobos imaginan que la homofobia es un nombre intelectualizado para una antipatía innata hacia los homosexuales, esta, no obstante, es un producto de la educación y la socialización” Byrne Fone



Descripción del libro (Editorial Océano): “La homofobia es uno de los prejuicios más persistentes y generalizados en la cultura occidental. Hoy en día, cuando el racismo, el antisemitismo y la misoginia van perdiendo legitimidad y se baten poco a poco en retirada, el rechazo hacia los homosexuales se mantiene bajo las más diversas formas. Sus manifestaciones van desde el desprecio, la burla y la desconfianza, hasta el odio, la agresión física y el homicidio.

Byrne Fone emprende en estas páginas un recorrido histórico que analiza el fenómeno de la homofobia, sus orígenes y posibles causas. El autor busca probar que este prejuicio ha sido inventado, fomentado y apoyado a lo largo de los siglos por diferentes instancias de la sociedad (la religión, el gobierno, las leyes, la ciencia, etcétera)”.

 


*Byrne Fone es académico e investigador. Imparte la cátedra de inglés en la City University of New York, institución de la cual es profesor emérito. Se le considera un pionero en el terreno de los estudios sobre homosexualidad y hoy en día es una autoridad en el tema. Ha publicado numerosos artículos alrededor del asunto en revistas especializadas. Es autor, entre otros libros, de: Hidden Heritage: History and the Gay Imagination, Walt Whitman and the Homoerotic Text y A Road to Stonewall: Male Homosexuality and Homophobia in English and American Literature, 1750-1969. Asimismo, fue coordinador de la obra colectiva The Columbia Anthology of Gay Literature, la cual obtuvo en 1998 el Lambda Award.

Fuente de los datos sobre el autor: editorial Océano

sábado, 29 de mayo de 2021

Comentario de cine: "Fathers" (2016).

 

“Fathers” (titulo en español “Padres”) es una película LGBTQ tailandesa dirigida por Palatpol Mingpornpichit.

Afihe del filme.


Phoon (Utt Uttsada Panic) y Yuke (Nat Sakdatorn) son dos hombres, que han sido pareja durante 13 años. Han adoptado un niño llamado Butr, que ha sido abandonado en un orfanato, pero debido a la falta de legislación para el matrimonio del mismo sexo, Phoon aparece como su único padre en el registro. La familia está muy feliz, pero los padres no le han explicado su situación a su hijo, una decisión que crea muchos problemas cuando Butr tiene la edad suficiente para asistir a la escuela primaria. Comenzando con el comportamiento de los otros padres, que no están exactamente contentos por tener un hijo de una pareja gay en su escuela, los otros niños se burlan constantemente de la situación de Butr.



Phoon y Yuke tienen que lidiar con una serie de decisiones muy difíciles. Y por si eso no fuera suficiente, Rattiya (Nok Sinjai Plengpa), una trabajadora social de la Organización para la Protección de los Derechos del Niño se involucra, cuestionando la idea de que Butr crezca en una familia sin una presencia femenina, e incluso rastrea a su madre real, que ahora quiere volver a tener la tenencia de su hijo. Cuando Phoon decide enviar a Butr a quedarse con su madre y su novio por un tiempo, su relación con Yuke se vuelve bastante tensa.



Presenta un análisis exhaustivo del concepto de matrimonio homosexual y la crianza de un niño en este entorno. De esa manera, examina el impacto que tiene en el entorno escolar, tanto en los niños como en sus padres, la forma en que las autoridades manejan el asunto y las consecuencias de la adopción en todos los miembros involucrados. Además, explora lo que significa ser homosexual en la Tailandia contemporánea y la forma en que los homosexuales se perciben a sí mismos. El análisis de la forma en que los personajes de la película reaccionan a todo lo anterior es igualmente minucioso, lo que da como resultado una película que aborda su tema desde todos los ángulos, de una manera bastante impresionante.



Mingpornpichit construye su historia de una manera que cautiva el interés del espectador durante la duración de la película, ya que presenta una situación que se deteriora cada vez que se introduce un nuevo personaje o una nueva situación. De esa manera, la historia comienza con los personajes en un estado de despreocupación en la que todos parecen contentos, pero tan pronto como la realidad entra en acción, se transforma en un drama social muy conmovedor, y la edición ayuda mucho en la implementación de esta táctica. La diferencia en las escenas en el baño (inicialmente los tres se bañan juntos, pero luego Butr quiere estar solo) es una muestra de ello.



Asda Panichkul como Phoon y Nat Sakdatorn como Yuke son bastante convincentes como pareja gay, con su transformación de completamente felices a desilusionados pero incapaces de hacer frente a la situación de sus padres, siendo el punto culminante de la actuación. Aritach Pipattangkul también es bastante bueno como Butr. Sin embargo, quien se roba el show es Sinjai Plengpanit como Rattiya, en un papel muy difícil que la tiene presentando todas las duras verdades de la situación de la familia de una manera estricta y sensata, pero bastante honesta.



En general, "Padres" tiene sus defectos, pero la descripción completa y muy sincera del tema principal de la película la convierte en un espectáculo más que digno, particularmente cuando se considera la falta de películas sobre la crianza de hijos por parte de padres homosexuales, especialmente en el sudeste asiático.

Comentario: gentileza  de Matías Silva.

miércoles, 26 de mayo de 2021

Así fue la primera salida del armario de la historia(*)

 

La de Karl Heinrich Ulrichs fue, probablemente, la primera salida del armario de la historia moderna.

Desde muy pequeño, este alemán nacido en 1825 se dio cuenta de que le gustaban los chicos en vez de las chicas, como la sociedad le enseñaba. Se graduó en la universidad en historia y teología, y también realizó estudios de derecho.



En 1862, a la edad de 37 años, decidió contarle a su familia y amigos que era homosexual. En aquella época la palabra ni siquiera existía, así que inventó una propia: urning, palabra basada en la mitología griega que creó para designar a lo que él llamaba el tercer sexo, es decir, los hombres que se sienten atraídos por otros hombres, y que en un inicio él identificaba con tener psique femenina en un cuerpo de hombre. Para las mujeres atraídas por otras mujeres creó la palabra urninde, mientras que las personas heterosexuales eran dioning (hombres) y dioningin (mujeres). Todo esto lo recogió en su obra Estudios sobre el misterio del amor masculino.

En 1867 Ulrichs fue el primer homosexual en hablar públicamente de su orientación. Lo hizo en el Congreso de Juristas Alemanes de Múnich, el 29 de agosto de 1867. Ulrichs tomó la palabra y pidió a sus colegas que apoyasen una moción que exigiese la derogación del artículo del código penal prusiano que castigaba a los homosexuales. Fue abucheado hasta que tuvo que callar.

Pero esto no le detuvo. En 1870 publicó Araxes. Llamada a la liberación de la naturaleza del urning de la ley penal. En una época en la que la tendencia general era a pensar que la homosexualidad era un vicio y un pecado, afirmar que era algo natural que no debía ser perseguido era poco menos que revolucionario. Y lo cierto es que, aun hoy, el texto sigue plenamente vigente y podría ser firmado por cualquier asociación LGTB+.

 

“El urning, también, es una persona. El, también, por lo tanto, tiene derechos inalienables. Su orientación sexual es un derecho establecido por la naturaleza. Los legisladores no tienen ningún derecho a vetar la naturaleza; ningún derecho a perseguir la naturaleza en el curso de su trabajo; ningún derecho a torturar a criaturas vivas que están sujetas a esos impulsos que la naturaleza les dio.

El urning también es un ciudadano. El, también, tiene derechos civiles; y de acuerdo a esos derechos, el estado tiene ciertos deberes que cumplir también. El estado no tiene el derecho de actuar por capricho o por el placer de la persecución. El estado no está autorizado, como en el pasado, a tratar a los urnings como si estuvieran fuera de la ley.

Esta claro que los legisladores tienen el derecho a hacer leyes que contengan expresiones del deseo urning, al igual que los legisladores tienen el poder de legislar sobre el comportamiento de todos los ciudadanos. Así, pueden prohibir a los urnings:

(a) la seducción de menores masculinos;

(b) la violación de los derechos civiles (por la fuerza, amenaza, abuso de personas inconscientes, etc.);

(c) la indecencia pública.

La prohibición de la expresión del deseo sexual, es decir, entre adultos que consienten y en privado, queda fuera de la esfera legal. Cualquier base para la persecución legal es insuficiente en este caso. Los legisladores no pueden hacerlo debido a los derechos humanos y el principio de estado constitucional. El legislador no puede hacerlo por las leyes de la justicia, que impiden aplicar un doble estándar. Mientras que el urning respete los puntos (a), (b), y (c) más arriba, el legislador no podrá prohibir que siga los designios de la ley natural a la que está sujeto.

Dentro de estos parámetros, el amor urning no es en ningún caso un crimen real. Todos los indicadores faltan. Incluso no es vergonzoso, decadente o malvado, simplemente porque es el cumplimiento de una ley natural. Está reconocido como uno de los múltiples crímenes imaginarios que han plagado los libros de leyes de Europa, para vergüenza de las personas civilizadas. Criminalizarlo parece, por lo tanto, una injusticia perpetrada oficialmente.

Simplemente porque el urning es desgraciadamente una minoría pequeña, no se puede dañar sus derechos inalienables y sus derechos civiles. La ley de la libertad en el estado constitucional también debe considerar sus minorías.

Y no importa lo que hayan hecho los legisladores en el pasado, la ley de la libertad no conoce límites.

Los legisladores deberían abandonar la esperanza de desarraigar el impulso sexual urning en cualquier momento. Incluso las ardientes hogueras en las que quemaron a los urnings en siglos anteriores no pudieron conseguirlo. Incluso amordazarlos y atarlos fue inútil. La batalla contra la naturaleza es una sin visos de victoria. Incluso el gobierno más poderoso, con todos sus medios de coerción que pueda emplear, es demasiado débil contra la naturaleza. Por otra parte, el gobierno puede controlar la batalla. El razonamiento y la consciencia del sentido moral de los mismos urning ofrece al gobierno una cooperación completa hacia ese objetivo”.


Karl Heinrich Ulrichs(1825-1895). 


Aún tendrían que pasar muchas décadas para que los gobiernos se decidiesen a legalizar las prácticas homosexuales, castigadas en gran parte de Europa hasta pasada la mitad del siglo XX, y no sería hasta principios del siglo XXI cuando se aprobarían leyes como las de matrimonio igualitario que acabasen con la discriminación legislativa (y aun así, contasen con oposición de conservadores con argumentos bastante surrealistas).

Por ello sorprende pensar que hace 150 años alguien fue tan valiente como para salir a la luz pública a admitir lo que era y exigir su derecho a ser tratado como los demás.

* Fuente : https://lacabezallena.com/historia/primera-salida-del-armario/

sábado, 22 de mayo de 2021

Lecturas: “100 Gays” Paul Russel.

 “100 Gays” es un recorrido histórico por cien de las personalidades más influyentes de la comunidad LGBT o para la comunidad LGBT. Aunque el título del libro utilice el término “gay”, las personalidades cuyas biografías aparecen comentadas en ese ranking, no son solamente varones homosexuales. Sino que también, aparecen una gran cantidad de personas las que hoy podríamos referirnos como “LGBT”.

Portada de la edición en español.


El autor nos advierte, de que utilizar nuestras categorías sexuales para interpretar la vida de personas que vivieron en otras épocas y culturas, es un anacronismo y que de hecho, en varias de las biografías presentadas, tampoco podemos tener una plena certeza de que esas personalidades tuvieran relaciones sexuales con personas de su mismo sexo. Razón que no invalida su elección, ya que como nos dice Russel, este rasgo no es el único por el que podemos evaluar el impacto de una personalidad en la conformación de lo que podemos llamar una identidad gay a lo largo dela historia.

La obra no es solo una colección de biografías comentadas, ni un ranking ordenado de personalidades LGBT del pasado, es esencialmente (y allí radica su interés),una selección ordenada de personalidades LGBT(o no), que han ejercido una influencia en la historia de la humanidad o en la conformación de la propia identidad LGBT.

En el recorrido que nos propone Russell, podemos encontrar una interesante selección de personalidades de distintas épocas, la mayoría de ellas, es cierto, forman parte de lo que podemos llamar la “civilización occidental”(tal vez por ser la que nos es más familiar). Pero también se “cuelan” en esta selección, personajes provenientes de otras culturas, como son Hafiz o We`wha.

Desde Sócrates o Adriano, en el mundo antiguo, hasta Harvey Milk , James Baldwin o Kate Millet, en el mundo actual, el lector podrá encontrar una cantidad de personajes de la historia cuyo impacto cultural es innegable.

En sus páginas se reúne la vida de escritores, filósofos, activistas, artistas(de las diversas ramas del arte),políticos y líderes mundiales, pero también la de personalidades más anónimas, como las de quienes encabezaron las revueltas del Stonewall en 1969.cada una de las personalidades seleccionadas, viene acompañada de una descripción de su impacto y de las razones por las que fue incluida en esa lista.

No todos son necesariamente figuras “positivas”, algunas de ellas, como Roy Cohn, fueron elegidas por cercanía al poder. Incluso, al poder que oprimía a otros gays.

“100 Gays” es una propuesta interesante, para acercarnos a conocer el papel de determinadas personalidades en la conformación de la identidad LGBT y en la propia historia del mundo. Un libro de lectura amena e interesante, que invita a reflexionar sobre la historia en “clave LGBT”.

La edición original del libro es de 1994. Siendo traducida al español en 1997 y editada por la editorial española Juventud.

 

Descripción del libro(Editorial Juventud)

"Oscar Wilde, Sócrates, Alejandro Magno, Adriano, Sir Ian McKellen, Virginia Woolf, Miguel Ángel, Emily Dickinson, Tchaikowski, Andy Warhol, Marcel Proust, Lord Byron, Rock Hudson, Freddie Mercury y así hasta completar la lista de 100 personajes famosos en la historia de la humanidad.

Todos ellos son gays o lesbianas, ninguno de ellos ha sido sacado del armario en este libro, es decir, el autor Paul Russell ha incluido en esta lista personas de los que se conocían su condición incluso durante su vida.

Esta lista de 100 personajes está ordenada según la influencia que han producido en la sociedad homosexual actual tanto a nivel cultural (con libros, películas, composiciones musicales, esculturas y pinturas) como a nivel social (con la lucha por los derechos de la mujer, cambiando leyes homofóbicas, con ensayos sobre el origen de la homosexualidad) pasando por personajes que, si bien en la actualidad no son del todo conocidos, en su época conmocionaron a la sociedad por su actitud y relación con gente de su mismo sexo.

Es un libro muy bueno para aquéllos que quieran saber más del mundo homosexual y que quieran conocer "nuestros antepasados" y los cambios que produjeron en su sociedad y la influencia producidad en la nuestras.

Cada biografía apenas ocupa tres o cuatro páginas por lo que es una lectura muy amena ya que no te da tiempo a cansarte con datos y fechas sobre una persona que tal vez no te interese cuando ya estás metido en la vida de otra persona que para tí tal vez sea más interesante.

El autor, Paul Russell consigue que en pocas líneas puedas apreciar el esfuerzo de cada uno de estos personajes por defender sus derechos en la época que les tocó vivir y te permite comprobar lo cruel que puede resultar la vida en algunas ocasiones.

Otro logro de este libro es que consigue que el lector conozca a homosexuales y lesbianas muy conocidos históricamente (véase Leonardo da Vinci o Miguel Ángel) de los cuales mucha gente no sabe de su condición por el empeño de muchos historiadores de ocultarlo para no "manchar su buen nombre".

 


Paul Russell es un novelista, poeta y cuentista estadounidense. Es dos veces ganador del premio Ferro-Grumley de ficción LGBT, en 2000 por "The Coming Storm" y en 2012 por "The Unreal Life of Sergey Nabokov ". La vida irreal de Sergey Nabokov es una representación ficticia de una persona real: Sergey Nabokov, el hermano menor gay del novelista ruso Vladimir Nabokov , sobre quien se conoce muy poca información biográfica concreta.

Russell creció en Memphis, Tennessee, donde su padre Jack era profesor de matemáticas en Southwestern en Memphis. [Estudió en Oberlin College y Cornell University . Es profesor de literatura inglesa en Vassar College

Fuente de los datos del autor: Wikipedia.


viernes, 21 de mayo de 2021

Comentario de cine: "Alata, amor sin barreras" (2012).

 

"Alata Amor Sin Barreras"(título original "Out in the dark"), es un drama de temática LGBT israelí del año 2012. La película tiene una duración de 96 minutos y fue dirigida por Michael Mayer, en base a un guión de Yael Shafrir, Michael Mayer.

Portada del filme en español.

Afiche publicitario original.


Encabezan el elenco Nicholas Jacob y  Michael Aloni quienes interpretan a los dos protagonistas centrales de la historia. Acompañados por un reparto formado por  Jamil Khoury, Loai Nofi, Khawlah Hag-Debsy, Alon Pdut, Maysa Daw, Shimon Mimran, Alon Oleartchik, Chelli Goldenberg, Moris Cohen, Tal Elimelech, Majd Bitar.


Michael Aloni y Nicholas Jacob.


La historia central de la película es la de Nimer, un estudiante  gay palestino, que estudia piscología en Israel. Durante una salida nocturna en Tel Aviv, conoce a Roy, un abogado Israelí del que se enamora profundamente. Mientras su relación se hace más profunda, Nimer enfrenta la realidad compleja de su situación. Vivir entre dos mundos diferentes.  Entre sus parientes y amigos palestinos que no conocen su identidad sexual; y a la sociedad israelí que lo rechaza por su origen palestino.


Nicholas Jacob interpreta a Nimer.


La situación de las personas LGBT en Palestina, la homofobia reinante, la violencia, la radicalización de los grupos armados, el integrismo religioso, la ocupación  y los prejuicios que refuerzan la exclusión y la violencia, son algunos de los temas abordados en el filme. Temas que desnudan la situación de indefección en que se encuentran las personas homosexuales en el medio del drama palestino.


Michael Aloni como Roy.


Un filme comprometido que nos muestra una mirada diferente al complejo  conflicto entre Israelíes y palestinos. Fue presentado en el Festival Internacional de Cine de Toronto en septiembre de 2012 y en Israel en el Festival Internacional de Cine de Haifa en octubre de 2012.

Ha obtenido numerosos premios, entre los que se incluye el Premio del Público en el Festival de Cine Judío de Berlín en 2013, junto con el Film Out San Diego 2013.







domingo, 16 de mayo de 2021

Día de la familia: Son un matrimonio gay y tienen un hijo en la Armada uruguaya: "Es hétero pero igual lo amamos"(*)

 


Por Gisele Sousa Dias 26 de Noviembre de 2017




Rubén tenía 34 años, era gerente en un supermercado, docente de Administración de empresas y rematador público. El exceso de trabajo -piensa ahora- le servía de dique para contener eso que amenazaba con arrasarlo: se estaba dando cuenta de que le gustaban los hombres. Mario estaba por cumplir 29, era veterinario y tenía su orientación sexual más clara. No se conocieron en un boliche, no los presentó nadie. El origen de la relación fue una broma.

Rubén López Pacilio acaba de cumplir 60 años y vive con Mario Bonilla, su marido, en Mercedes, una pequeña ciudad de Uruguay. "En el año 90, el diario La República tenía un suplemento que se llamaba 'Susurros', donde se podían publicar avisos y mensajes gratuitos. Cada uno decía si buscaba una amistad, una relación ocasional o algo serio, y firmaba con seudónimo. Con mi secretaria se nos ocurrió hacer una broma: nos hacíamos pasar por una pareja swinger que buscaba otras parejas para hacer intercambios".

Tuvieron que ir a hacer cola al diario para retirar las decenas de cartas de respuesta que habían recibido. El sistema era tan discreto y tan efectivo que Rubén -en paralelo y a escondidas de su secretaria- publicó otro aviso con un seudónimo particular: "Permiso".



Hubo 78 personas que escribieron al diario para conocerlo. "Seleccioné a dos y a la semana siguiente me fui a Montevideo. Tenía una cita a las 9 de la mañana y otra a las 11. El de las 9 era un neurólogo, el de las 11 era Mario, un joven veterinario". La carta de Mario decía así: "Amigo 'Permiso': es la primera vez que hago algo de esto, me causa bastante nerviosismo (…) Te voy a dar mi teléfono para que me llames. Hacelo sólo entre las 7 y las 8.30 de la mañana. Normalmente vivo solo pero a veces están mis padres, así que ¡por favor! te pido discreción. Llamame pronto".

Pasaron la tarde en el Mercado del Puerto conversando y tomando medio y medio, se quedaron juntos todo el fin de semana. Casi dos años después, cuando a la Ley de matrimonio igualitario en Uruguay le faltaban más de 20 años de gestación, Mario y Rubén se inscribieron como concubinos. Cuando llevaban cuatro años viviendo juntos, apareció la posibilidad de adoptar a un niño.

Rubén junto a Camilo, su hijo, cuando aprendió a sentarse.


"No sabíamos si estábamos haciendo bien, porque su familia biológica no podía quedarse con él, o si podíamos perjudicarlo en el futuro, por ser un chico con dos padres -recuerda Rubén-. Consultamos con una psicóloga, una socióloga, un psiquiatra y nos comunicamos con referentes de San Francisco, que conocían familias homoparentales. Todos dijeron lo mismo: si estábamos preparados para dar amor no íbamos a tener problemas".

La decisión de base fue no mentir: que Camilo, llegado el momento, supiera sus dos verdades. Que había sido adoptado y que era hijo de una pareja homosexual. "La verdad, no hubo conflictos. Es más, cuando tenía 5 o 6 años una madre del colegio nos contó: 'Tu sabes que Camilo tiene a los chicos convencidos de que es mucho mejor ser hijo del corazón que de la panza", se ríe Rubén, mientras Mario atiende la veterinaria especializada en pequeños animales que manejan juntos. Camilo -que el miércoles cumplió 21 años- es el primer hijo legítimo de una familia homoparental de América Latina.

En familia. Camilo, en los hombros de “Tata” Mario.


Como la ley no contemplaba que Camilo fuera anotado como hijo de los dos, el riesgo era enorme: si Rubén llegaba a morir, Mario no tenía ningún vínculo legal con su hijo. Por eso, cuando estaba por terminar la primaria, el matrimonio logró que el Tribunal de Familia los escuchara. Vieron que Camilo estaba tan bien que, por unanimidad, les concedieron la adopción compartida. Camilo pasó a tener el apellido de ambos: López Bonilla.


Papá Rubén, “Tata” Mario y Camilo, al frente: el hijo hétero que estudia en la Armada.


Si bien eran activistas -fueron con su bebé en brazos a Marchas del Orgullo internacionales-, cuando Camilo empezó a crecer bajaron el perfil. "En aquel entonces, un pastor amenazaba a las parejas homosexuales que adoptaban hijos. Salía por la televisión y decía: 'No se van a salir con la suya'. Se nos congelaba la sangre de sólo pensar en perderlo. Nosotros dábamos un examen diario, en la escuela, en el club, en los círculos de amigos. Estaba instaurado que los padres gays éramos pedófilos y que nuestros hijos estaban condenados a salir mariquitas, maquilladores o bailarinas".

El paso del tiempo demostró que el prejuicio estaba errado. Camilo es heterosexual y está haciendo carrera en la Armada Nacional uruguaya para recibirse de Oficial de la Escuela Naval. En su reclutamiento, los oficiales no supieron cómo completar los formularios -pedían "Firma del padre" y "Firma de la madre"-. Fue ahí que se dieron cuenta de que es el primer joven que tiene dos padres en la historia de la Armada uruguaya.



De él habla el cartel que trajeron sus padres el sábado, cuando viajaron a Buenos Aires a participar de la marcha del Orgullo LGBTIQ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Intersexuales y Queer. "Nuestro hijo es hétero pero igual lo amamos", dice. "Fue una ironía simpática -explica Rubén-. Quisimos parafrasear el discurso que dice: 'Nuestro hijo es gay pero igual lo amamos', como si no quedara más remedio. La idea era no sólo mostrar lo bizarro de nuestra comunidad sino abrir el diálogo, poder hablar de nuestras familias".

Cae el sol y Camilo, desde la Escuela Naval, tiene unos minutos libres para atender el teléfono. Debe pedir autorización para salir en las fotos con uniforme pero no para hablar de lo que siente. "Yo no la pasé mal por tener dos papás, nunca me faltó una mamá. A veces en el colegio me sentía distinto un rato, porque todos los otros tenían un papá y una mamá, pero después era lo mismo, son las dos personas que más te aman en el mundo", explica.

Y cierra: "Ellos me contaron todo desde chiquito, yo tendría 8 años. Nos sentamos los tres y me explicaron que mis padres biológicos no habían podido tenerme porque tenían muchos hijos y eran pobres. Ellos se ofrecieron a protegerme, me dieron una oportunidad. Si hoy tengo la vida que tengo es gracias a mis dos viejos. Los amo mucho y estoy muy agradecido de que me hayan elegido".

 Fuente: https://www.infobae.com/sociedad/2017/11/26/son-un-matrimonio-gay-y-tienen-un-hijo-en-la-armada-uruguaya-es-hetero-pero-igual-lo-amamos/.

*La presente nota fue publicada en Argentina por “infobae”. Nosotros la publicamos hoy, con el agregado de fotos que nos hicieran llegar Rubén y Mario.


Fotos de Rubén y Mario

Agradecemos la gentileza de ambos por autorizarnos a publicarlas











Foto que nos tomamos junto a Rubén y Mario. Año 2017.

17 de mayo: el día en que dejamos de estar enfermos- Por Bruno Bimbi(*).

 

Hoy se celebra el día internacional contra la homofobia, la transfobia y la bifobia. La exclusión de la homosexualidad de la lista de enfermedades reconocidas por la Organización Mundial de la Salud fue una decisión política.

 




Por Bruno Bimbi.

 

Escrito el 17 de mayo de 2019.

Hoy conmemoramos el día en el que millones de personas de todo el mundo dejamos de estar enfermas. Fue algo bien rápido, sin tomar ningún remedio, sin ir a ningún hospital. Estábamos enfermos y, de repente, no lo estábamos más, aunque nuestro cuerpo y nuestra mente no sufrieron ningún cambio, como tampoco habían tenido, antes, ningún síntoma.

Ni siquiera un mareo, unas líneas de fiebre, algún dolor, un estornudo, un pico de ansiedad. Tanto es así que, hasta que nuestra enfermedad se curó por arte de magia, millones se murieron sin saber que la habían padecido. Todo terminó un día como hoy, en 1990, cuando un grupo de señores se reunió, votó y decidió que los gays pasábamos a ser personas sanas y normales y no más unos putos contagiosos. Ojalá fuese igual de fácil con las enfermedades de verdad.

La exclusión de la homosexualidad de la lista de enfermedades reconocidas por la Organización Mundial de la Salud fue una decisión política, como antes lo había sido su inclusión. No existía ningún fundamento científico para considerar que el deseo sexual y el amor romántico por personas del mismo sexo fuese un problema de salud y no, simplemente, una orientación sexual, ni mejor ni peor, ni más ni menos saludable, parte de la diversidad biológica de la especie humana y tantas otras.



Siempre ha sido así: a lo largo de la historia, en todas las épocas y en todas las culturas, siempre ha habido una proporción más o menos estable de individuos que son homo o bisexuales, así como hay quienes tienen el cabello morocho, castaño o rubio; los ojos verdes, negros o azules. Tampoco estaban enfermos los zurdos, aunque durante tanto tiempo los hayan castigado desde chicos para que escribieran con la mano derecha. Al igual que los homosexuales, son minoría, pero eso ni significa nada más que un dato estadístico.

Tratar a la homosexualidad como enfermedad fue, durante mucho tiempo, una de las formas de reprimirla. También se la trata, en muchas religiones, como pecado, y en muchos países como delito, aún hoy. Y, aunque la OMS haya dicho hace ya tantos años que estamos sanitos (aún nos deben, sin embargo, un enorme pedido de disculpas por haberse demorado tanto en reconocerlo), todavía existen, en diferentes lugares del mundo, “manochantas” que prometen a las familias “curar” a sus hijos gays y volverlos hétero, auspiciados por la iglesia católica o el templo evangélico del barrio, esas instituciones que siempre se llevaron tan bien con la ciencia. Además de sacarles mucho dinero a familias vulnerables por su ignorancia y sus creencias religiosas, les hacen un daño enorme a los adolescentes que son sometidos a sus experimentos inhumanos.

Esto sigue pasando, aunque ya hayan pasado nada menos que veinte años desde que la OMS reconoció su error. En Estados Unidos, muchos jóvenes obligados por sus familias a someterse al “tratamiento” de “cura gay” terminaron suicidándose, hasta que el grupo Exudus, principal promotor de esa barbaridad, fue disuelto y sus propios líderes pidieron públicamente perdón por todo el daño que habían provocado a tanta gente. En otros países, como Brasil, las iglesias evangélicas fundamentalistas y sus aliados políticos –hoy en el gobierno– hacen lobby para legalizar esos “tratamientos” y continuar usándolos como propaganda de su discurso de odio homofóbico.

Tampoco estaban enfermos los zurdos, aunque durante tanto tiempo los hayan castigado desde chicos para que escribieran con la mano derecha.

La idea de las “terapias de reversión de la homosexualidad”, como les llaman, es tan absurda que el propio nombre elegido para promoverlas la delata. Decir que algo puede ser “revertido” implica suponer que hubo un cambio de estado anterior. Es decir, que alguien era heterosexual, se transformó en gay y ahora, mediante un “tratamiento” que no se enseña en ninguna facultad de Psicología del mundo, puede volver a su estado previo, o sea, volver a ser hétero.

Pero gays, lesbianas y bisexuales nunca fuimos heterosexuales. No existe un estado puro del que nos desviamos, del mismo modo que no puede “revertirse” la negritud, porque los negros no eran blancos antes de ser negros. Y ser negro (o gay) no es un problema, una patología o algo que pueda o precise ser corregido. Es, repito, parte de la diversidad biológica de nuestra especie.

Los gays siempre fuimos gays y eso no tiene nada de malo. Lo que esas “terapias” buscan realmente revertir, seamos sinceros, es nuestra salida del armario: empujarnos de nuevo para adentro, obligarnos a negar lo que somos, que no puede cambiarse. Es por ello que usan métodos básicamente conductistas, sostenidos por una retórica religiosa y moral. La idea de esas “terapias” es, a través de la tortura psicológica, estímulos negativos, castigos, devastación de la autoestima y mucha culpa, convencer a sus “pacientes” que deben abandonar la conducta homosexual, reprimir sus deseos y obligarse a sí mismos a vivir una vida falsamente heterosexual.

 


El efecto que eso produce es exactamente el mismo que provocaría en una persona heterosexual forzarla, mediante los mismos métodos, a reprimir sus deseos heterosexuales y obligarla a tener relaciones homosexuales. Los “pacientes” destruyen su autoestima, pasan a odiarse a sí mismos por seguir sintiendo lo que les dijeron que era moralmente errado, patológico o pecado, se obligan a tener relaciones insatisfactorias con el sexo opuesto (si sos hétero, imagínate que te obligaran a vivir como gay y a tener relaciones con personas de tu mismo sexo), entran en depresión y, en muchos casos, se suicidan.

Eso es lo que ha ocurrido sistemáticamente en la vida real, en diferentes países, con las personas (principalmente adolescentes y jóvenes obligados por sus familias) que fueron sometidas a estos experimentos perversos e inhumanos. Eso mismo que el papa Francisco aconsejó recientemente en una entrevista, cuando dijo que los padres que sospechan que sus hijos son gays deberían ir “ir a un profesional, a un psicólogo, que más o menos vea a qué se debe eso, antes del diagnóstico”. No, no hace falta ningún diagnóstico.

Hasta 1990, toda esa charlatanería tan dañina, que tanto sufrimiento, tanto dolor y tanta muerte provocó, estaba legitimada por el discurso médico oficial, que decía que los homosexuales estábamos enfermos. De eso, nos libramos con la decisión de la OMS, por la que el 17 de mayo se celebra ahora en todo el mundo como un día de lucha contra la homofobia. Celebramos que, ahora, los homofóbicos no pueden invocar más aquel discurso de autoridad para sostener las pavadas que siempre dijeron sobre nosotros, que nunca tuvieron nada que ver con la ciencia, sino apenas con sus prejuicios.




* Bruno Bimbi:
   Periodista y doctor en Letras / Estudios del Lenguaje  (PUC-Rio).  Activista de la Federación Argentina LGBT y autor de  "Matrimonio  igualitario" (Planeta, 2010) y “El Fin Del Armario”(Marea, 2017). Corresponsal de TN.

Fuente:  https://tn.com.ar/opinion/17-de-mayo-el-dia-en-que-dejamos-de-estar-enfermos_963304?fbclid=IwAR1nEDK9O6nEqcYCQckgzToe4WLrZQs5VFlKKb_Kf7BXZZCRlq4Fs9UEkXU

Lecturas: “La Cultura De La Homofobia y cómo acabar con ella” Ramón Martínez.

 

Es un ensayo del escritor español Ramón Martínez, que pretende indagar en la naturaleza de la homofobia y en sus orígenes culturales.

El autor parte de la premisa de que la homofobia describe un fenómeno mucho más profundo que la simple aversión o rechazo a los homosexuales, sino que más bien define una cultura institucionalizada en nuestra y un ordenamiento social que asigna un lugar inferiorizado a los homosexuales en nuestra sociedad.

Portada del libro.


“La Cultura De La Homofobia” se divide en cuatro partes: en la primera de ellas, denominada como “La ley de la gravitación heterosexual”, Martínez presenta el problema y da paso a la segunda parte del libro, la cual indaga en los conceptos de homofobia que han sido abordados por diversos autores y describe los orígenes históricos de lo que el autor llama “La cultura de la homofobia”.

La tercera parte del libro, denominada “Cómo acabar con la homofobia”, realiza un repaso histórico del largo recorrido que se inicia en el siglo XVIII(Con “La Ilustración”), para ir desmontando la cultura homofóbica en el Occidente.

La cuarta parte y última, denominada “No heterosexual. Política para astronautas”, desarrolla unas palabras en torno a una línea de acción política.

El libro fue editado en España por la editorial Egales y cuenta con un prólogo escrito por el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero.

“La Cultura De La homofobia” es un libro muy valioso, que tiene la doble virtud de estar escrito en un lenguaje accesible y al mismo tiempo, aportar una visión sólida en cuanto a los conceptos académicos que maneja. Una herramienta necesaria para todos aquellos que se quieran acercar a entender la cultura de la homofobia y sus bases históricas.

Descripción del libro (Editorial Egales):

“¿Qué es realmente la homofobia? ¿Cuál es su origen? ¿Quiénes son sus culpables? Años después del Matrimonio Igualitario, cuando podría parecer que hemos alcanzado la igualdad para lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, nos siguen llegando noticias de agresiones. Las reformas legales son imprescindibles, pero no suficientes para cambiar todo un contexto cultural que sigue privilegiando una sexualidad sobre el resto. Para erradicar la violencia necesitamos reflexionar profundamente sobre ella. Solo así será posible responder a la pregunta clave: ¿qué podemos hacer para acabar con la homofobia?

«Con un estilo ágil y brioso, con rigor en la argumentación, incorporando y asumiendo la óptica insustituible de los perjudicados, de las víctimas, esta obra es una elocuente llamada a esa perseverancia, a considerar que la lucha por los derechos es una lucha incesante, una lucha sin fin, sobre todo cuando se alza frente al muro de patrones culturales de imposición seculares.

En este sentido, La cultura de la homofobia es un aleccionador aldabonazo frente a cualquier tentación de complacencia o pasividad.» José Luis Rodríguez Zapatero.




*Ramón Martínez (Madrid, 1982) es Máster en Gestión Cultural por la Universidad Carlos III y Doctor en Filología por la Universidad Complutense, donde realizó también su licenciatura en Filología Hispánica y cursó estudios en Derecho. Activista feminista para la erradicación de la homofobia, colabora con diferentes asociaciones y ha publicado recientemente tres monografías: La cultura de la homofobia y cómo acabar con ella (2016), Lo nuestro sí que es mundial (2017) y Nos acechan todavía (2019), editadas por Egales. Mientras escribe, trabaja como profesor de secundaria visible y orgulloso

Página web del autor.

www.ramonmartinez.org

Matthew Shepard: 26 años de un crimen de odio. Prof. Juan Martín Sánchez

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