Introducción
El último
prejuicio aceptable
A lo largo del tiempo la gente ha encontrado causa
suficiente para desconfiar, despreciar, atacar y a veces matar a sus vecinos a
causa de diferencias en religión, nacionalidad y color. A decir verdad, pocos
grupos sociales han estado libres de los efectos del prejuicio, pero la mayoría
de las facciones en guerra (hombres y mujeres, judíos, musulmanes y cristianos,
negros y blancos) han estado unidos en un único y eterno odio: el detestar a un
grupo particular cuya presencia es universal. Los preceptos religiosos condenan
a este grupo; las leyes de la mayoría de las naciones occidentales los han
castigado. Pocas son las personas a las que les interesa admitir la presencia
de esta gente entre ellos.
Este grupo es, por supuesto, el de los que llamamos homosexuales.
La antipatía hacia ellos (y la condena, el sentir asco, miedo y la prohibición
de la conducta homosexual) es lo que llamamos homofobia. La homofobia a veces
parece ser especialmente virulenta en la cultura occidental, y quizás incluso
sea singular y propia de esta cultura. Los estudios de la conducta sexual en
otras culturas, pasadas y presentes, rara vez han descubierto la desaprobación
social, legal, moral o religiosa de la conducta homosexual que es común a
tantas eras de la historia occidental. En verdad, en la sociedad occidental
moderna, donde el racismo es desaprobado, el antisemitismo es condenado y la
misoginia ha perdido su legitimidad, la homofobia sigue siendo, quizás, el
último prejuicio aceptable.
1. Homosexualidad
“Homosexualidad”
describe el deseo sexual o las relaciones sexuales entre personas del mismo
sexo. “Homosexuales” son los
individuos que se involucran en la homosexualidad o experimentan deseo
homosexual. Hoy en día, muchos considerar que ambos términos implican una “orientación
sexual”, una organización sicosexual
no cambiable que puede ser congènita y heredada, en lugar de una “preferencia
sexual”, expresión que sugiere que la conducta homosexual puede ser tema de
elección. Los homosexuales se dividen por el sexo y la terminología en “hombres
gays” y “lesbianas”, y se distinguen de las personas “bisexuales”, “transgéneros”
y “transexuales”.
La palabra “homosexualidad” fue acuñada en 1868
por el periodista germanohúngaro Kart
Maria Kertbeny en una carta dirigida al sexólogo Kart Heinrich Ulrichs. La usó nuevamente en 1968, en un panfleto
anónimo que se oponía a la ley antisodomítica prusiana. Kertbeny argumentaba
que el estado no tenía derecho a penalizar o incluso a controlar la conducta
homosexual consensual privada, y que los “homosexuales” no deberían ser objeto
de escarnio y estigma. La terminología de Kertbeny hacía contrastar Homosexualität
con lo que llamó Normalsexualität. Por sexualidad “normal” entendía la práctica
sexual de la mayoría de la gente. El término postulaba categorías de sexualidad
que diferían (en verdad se oponían), pero infortunadamente reforzó una
tendencia siquiátrica creciente a definir la homosexualidad como anormal. “Homosexualidad” recibió la sanción médica, también en
1869, en un artículo del doctor Kart
Westphals, teórico sexual alemán, en el que definió el deseo homosexual
como “sentimiento sexual contrario”. (Esto fue traducido al inglés como
“sentimiento sexual invertido”, implicando que la homosexualidad era una
reversión o lo opuesto de lo que eventualmente se denominaría
“heterosexualidad”).
El término “homosexual” puede haber sido usado por primera
vez en inglés en 1883, en “Un problema de la Ética Griega”, ensayo
escrito por el crítico y apologista homosexual inglés John Addington Symonds, en el que argumentaba que los griegos no
solamente toleraban “las pasiones homosexuales” sino que las consideraban de
valor espiritual. El uso más temprano conocido de “homosexual” en un texto
norteamericano está en la edición de mayor de 1892 del Chicago Medical
Recorder, en un artículo titulado “Responsabilidad
en la Perversión Sexual”, del siquiatra legista doctor James Ciernan.
Kiernan definía como “homosexual puro”a un individuo cuyo “estado mental
general es el del sexo opuesto”. En estudios médicos posteriores,
“homosexualidad” terminó por significar, de modo más amplio, deseo del mismo
sexo, y “homosexual” fue usado para designar al individuo. “Homosexualidad”
pasó al uso popular en la decada de 1920; “heterosexualidad” la siguió en la
década de 1930. Desde entonces, “homosexual” y “heterosexual” han quedado
fijados en la terminología médica y la opinión pública como palabras que
identifican dos clases de sexualidad separadas y definitivamente diferentes, y
dos clases de actor sexual diferentes y separadas.
Aunque el término es de invención relativamente reciente, la
conducta que describe siempre ha sido parte de la actividad sexual humana. Que
los seres humanos han deseado y amado y mantenido relaciones sexuales con
miembros de su propio sexo a lo largo de los tiempos está abundamente
demostrado en las artes visuales y en los textos médicos, filosóficos y literarios
de todos los períodos históricos.
2. Homofobia
El término “homofobia ahora se interpreta popularmente con
el significado de miedo y disgusto por la homosexualidad y por los que la
practican. La palabra, que puede haber sido acuñada en la década de 1960, fue
usada por K.T. Smith en 1971 en un
artículo titulado “Homofobia: Un Perfil
de Personalidad Tentativo”. En 1972, el libro de George Weinberg “Sociedad y el
Homosexual Saludable” la definió como “el temor de estar en estrecha cercanía con homosexuales”. Mark
Freedman agregó a esa definición una descripción de la homofobia como “reacción extrema de rabia y miedo ante los
homosexuales”.
Una base para este miedo, argumentan muchos, es la
percepción de que la homosexualidad y los homosexuales son una disrupción del
orden sexual y genérico que
supuestamente está establecido por lo que a menudo se llama ley natural. Las
reacciones adversas ante los homosexuales y la homosexualidad, por lo tanto, se
fundan sobre el miedo y el disgusto de la diferencia sexual que los individuos
homosexuales presuntamente corporizan: estereotípicamente, el afeminamiento en
los hombres homosexuales, el ser machona [mannishnesh] en las mujeres
homosexuales. Otra fuente de homofobia es el miedo de que la conducta social de
los homosexuales (y no solamente la conducta homosexual) sea disruptora del
orden social, legal, político, ético y moral de la sociedad, afirmación
supuestamente basada en la historia y sostenida por la doctrina religiosa.
La homofobia tiene vínculos con el sexismo así como con el
antisemitismo y con el prejuicio contra la gente de color. Como el sexismo (la
denigración de las mujeres por parte de los varones) la homofobia emplea
estereotipos. Si los hombres se muestran despreciativos de las mujeres porque
aceptan ideas estereotípicas sobre la supuesta debilidad, irracionalidad,
sexualidad o inferioridad de las mujeres, también sienten desprecio por los
homosexuales porque creen que los hombres gays actúan “como” mujeres. El color
de piel, la raza y la religión crean
antagonismos que se ven especialmente exacerbados cuando la persona o grupo
estigmatizado son también gays o lesbianas. “Faggot” y “dyke” rivalizan con
“cunt”, “spic”, “nigger” y “kike” en capacidad ofensiva [N. del T.: Aunque la
axiología de ambos idiomas es muy disímil, compárense mutatis mutandis, “puto”,
“torta”, “concha”, “grone”. De otras no hay traducción], pero en una sociedad
donde la homofobia no está universalmente desaprobada sigue siendo aceptable
emitir esos epítetos incluso cuando los otros son considerados inaceptables. En
verdad, “faggot” y “dyke” se vuelven términos que unen prejuicios diferentes en
combinaciones familiares como “jew faggot”, “fat dyke” y “nigger faggot”. [N.
del T.: compárese con “judío puto” o “negro puto”]
La homofobia no está limitada a los heterosexuales, por
supuesto. También puede ser encontrada entre los homosexuales; en verdad, desde
hace largo tiempo ha sido un lugar común de la sabiduría popular gay que los
homófonos más rabiosos a menudo son homosexuales reprimidos. Así como la
homofobia existe entre personas homosexuales y no homosexuales, también puede
existir entre hombres gays y lesbianas, tanto como sexismo como en calidad de
incomprensión o disgusto por otro tipo de sexualidad. Como otros prejuicios, la
homofobia entre los homosexuales puede ser resultado de la internalización de
las lecciones de una sociedad homofóbica.
La homofobia puede representar prejuicios múltiples, y por
lo tanto un término más apropiado sería “homofobias”. En “La Anatomía del Prejuicio”,
Elizabeth Young-Bruehl nombra como
los prejuicios primordiales al sexismo, el racismo, el antisemitismo y la
homofobia. Arguye que se ubican en una u otra combinación de categorías: obsesivos,
histéricos o narcisistas.
El prejuicio obsesivo, de acuerdo con su definición, ve a
sus objetos como conspiradores omnipresentes, o como enemigos dedicados a la
destrucción de uno, los que por lo tanto deben ser eliminados. El prejuicio
histérico (que en opinión de Young-Bruehl tiene un fuerte componente de
represión sexual) interpreta a los individuos odiados como “otros”, seres
inferiores, o seres sexualmente amenazantes. El racismo es el mejor ejemplo de
prejuicio histérico. Los que sufren de prejuicio narcisista “no pueden tolerar la idea de que existan personas
que no son como ellos”.
La autora arguye que la homofobia, única entre todos los prejuicios, encaja en la totalidad de estas categorías. Los homosexuales, advierte young-Bruehl, son “víctimas multipropósito”: forman clanes y son peligrosos “como” los judíos; son obsesivos sexuales y son predatorios, “como” la gente de color. Son “como” mujeres y por lo tanto no se parecen a hombres verdaderos, o son mujeres que “hacen lo que hacen los hombres: compiten por mujeres”.
Este libro demostrará que la homofobia ha tomado diversas
formas y ha surgido de muchas fuentes. Inventada, promovida y sostenida a lo
largo del tiempo por diferentes agencias de la sociedad (la religión, el
gobierno, el derecho y la ciencia) tienen a estallar con especial virulencia
cuando la gente imagina que es una amenaza contra la seguridad de los roles de
género, de la doctrina religiosa o del estado y la sociedad, o a la seguridad y
salud sexuales del individuo.
3 Historia
La historia de la homosexualidad ha sido objeto de muchas
crónicas de parte de devotos trabajadores del campo de los estudios lésbicos y
gays, pero la historia de la homofobia ha recibido una atención mucho menos
abarcadora. Pasaré revista a las dimensiones sociales y religiosas, legales y
políticas y morales y filosóficas a lo largo del tiempo. Examinaré los juicios
que se emitieron sobre quienes se involucran en la práctica sexual con el mismo
sexo, y consideraré las consecuencias que esos juicios han tenido para aquellos
que fueron juzgados. Las escenas de esta exploración serán eventos históricos y
textos literarios, religiosos, filosóficos y científicos. Mi presunción es que
incluso si la homofobia es imaginada por la mayoría de los homófonos como un
nombre intelectualizado para una antipatía innata hacia los homosexuales, sin
embargo representa un producto de la cultura y la socialización.
Una reseña histórica de la homofobia necesariamente será
primordialmente una historia del prejuicio contra la homosexualidad del varón.
El aborrecimiento y la persecución de la práctica sexual con el mismo sexo, y
su documentación, han sido tradicionalmente el dominio del privilegio viril; de
igual modo, la homosexualidad del varón ha sido el blanco primordial de la
homofobia. En verdad, hasta tiempos recientes, las lesbianas eran casi
invisibles en la historia. Cuando encuentro prejuicio histórico contra las
lesbianas, lo examino. Pero así como el sexismo dirigido a los varones es
diferente del sexismo dirigido a las mujeres, así el prejuicio contra las
lesbianas es un tema muy diferente del prejuicio dirigido contra los
homosexuales varones, y se manifiesta de modos diferentes. Como esto es así, la
historia mayor de la homofobia contra las lesbianas requiere un libro propio.
*Fuente: Fone B. “Fuente: Fone B. “Homofobia:una historia”,
editorial Océano, año 2000. Páginas 3 a7
.
Tomado de:
http://insucap.sigla.org.ar/2009/12/21/fone-byrne-2000-homofobia-introduccion-fragmento-de-libro/
* Byrne Fone es académico e investigador. Imparte la cátedra
de inglés en la City University of New York, institución de la cual es profesor
emérito. Se le considera un pionero en el terreno de los estudios sobre
homosexualidad y hoy en día es una autoridad en el tema. Ha publicado numerosos
artículos alrededor del asunto en revistas especializadas. Es autor, entre otros libros, de: Hidden
Heritage: History and the Gay Imagination, Walt Whitman and the Homoerotic Text
y A Road to Stonewall: Male Homosexuality and Homophobia in English and American
Literature, 1750-1969. Asimismo, fue coordinador de la obra colectiva
The Columbia Anthology of Gay Literature, la cual obtuvo en 1998 el Lambda
Award.